14 may 2015

38-15. ANETO, UNA RACION CUMPLIDA. 12-5-2015.

Una de las imágenes más conocidas del Aneto desde el Portillón Superior.

Aparcamiento de la Besurta, Refugio de la renclusa y Portillón Superior. Descenso por el Glaciar de Aneto y Aiguallut.

12-05-2015.

Salida 08 h. Llegada 16:15 h.

Sol.

Fácil.

Esquís de Montaña.

Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Aneto procedente de Iberpix. Vía en amarillo.
            Llevábamos toda la temporada con la vista puesta en la Primavera y en la apertura de la Pista de la Besurta.

            “Ya veréis que esquiada”, nos decía Javier Sanagustín que solía ir cada primavera.

            Y  la pista se abrió ayer 11 de Mayo de 2015, pasamos con la furgo hasta el Aparcamiento de la Besurta y hoy, son las ocho de la mañana cuando nos metemos en camino con esquís y raquetas que portearemos brevemente puesto que ayer ya vimos el nivel de la nieve bajo la Renclusa de camino a las Tucas de Bargas.

            Cruzamos el barranco y en poco más de diez minutos alcanzamos la nieve que parece ya continua puesto que hay huellas  de descenso y también alguna leve de ascenso en una mañana cálida en la que la nieve ha tenido un debilísimo rehielo por decir algo a la altitud a la que nos encontramos sobre los 1900 metros.

Calzamos esquís y raquetas debajo de la Renclusa.

            Calzamos los esquís e iniciamos el foqueo por el amplio corredor que entre pinos negros y bloques de granito se elevará hasta el  rellano bajo los Ibones de Paderna en el que se encuentra el Refugio de la Renclusa.

            Hemos de buscar un par de pasillos para salvar incipientes cortes de nieve, pasar sobre restos de ramas de pino y ganar altura  zigzagueando en busca del pasillo de nieve que conduce al emplazamiento del Refugio de la Renclusa situado a 2140 metros de altitud.

Por encima de la Renclusa hay que buscar camino entre bloques emergentes de granito.

            Hemos empleado cuarenta minutos en alcanzar el refugio al que no entraremos. Pasamos por detrás buscando pasillos de nieve pues el rellano está sin nieve y sin quitarnos los esquís nos vamos alejando del refugio mientras esperamos que aparezca Juan que si ha entrado.

            Esperaremos alrededor de diez minutos prácticamente sin avanzar y unos pasos más adelante, que damos más por aburrimiento que otra cosa, lo localizamos un poco más arriba que espera también. Ha salido por debajo mientras que nosotros faldeábamos el refugio.

Ascendiendo por las Palas Inferiores.

            Reunidos iniciamos el ascenso de las primeras palas que están vestidas de nieve continua y en las que solamente aflora alguna zona de rocas que no suponen contratiempo alguno.

            La nieve, suavemente soleada, está en muy buenas condiciones para nuestro gusto y nos hemos acoplado a una de las huellas viejas junto a la que hay trazas de esquís recientes para comenzar a ganar altura de manera uniforme.

            Estamos rodeando las laderas del oeste del Pico de la Renclusa que dejamos a nuestra izquierda para avanzar en ascenso al oeste de la naciente Arista de los Portillones  en dirección casi sur.
            Unas amplias palas medianamente erguidas y recorridos por una cómoda huella nos elevan  zeta a zeta no muy lejos de la arista que todavía proyecta alguna sombra sobre las zonas más orientales de las palas.

Con nieve que blandea lo justo se sube con comodidad. Portillón Inferior.

            Foqueamos  con tranquilidad y de manera constante ganando altura y eligiendo de  entre las huellas establecidas siempre la más cómoda hasta que, un buen rato después, un esquiador que sube solo nos alcanza aprovechando que nos hemos detenido a poner cuchillas bajo un resalte un poco más consistente y en que daremos algunas vueltas marías con toda comodidad. La seguridad mental no tiene precio.

            Hemos visto como un par de grupos de esquiadores abandonaba el corredor y se incorporaba al este por una ladera vestida de bloques de granito y suponemos que será la entrada al Portillón Superior ya que a pesar de que hemos estado en repetidas ocasiones algunos detalles siempre quedan inconcretos en la memoria.

            Al final del corredor, en un pequeño rellano desde se visualiza el resto del Glaciar de la Maladeta, tomamos una de las huellas que lo abandona y por medio de los bloques alcanza un dorso que tras dos cortos resaltes nos enseña el pluviómetro  que nos invita a marchar en horizontal en busca del Portillón.

Camino al Aneto desde el Portillón Superior.

            Tenemos que pasar con todos los cuidados del mundo dos puntos de roca por no quitar los esquís e inmediatamente alcanzamos el inconfundible Portillón Superior situado a 2900 metros de altitud mientras recordamos aquel primer momento mágico, allá por Agosto del 81 cuando con sorpresa decíamos eso de “ese no puede ser el Aneto, tiene que estar más lejos.”

            Nos quitamos los esquís y con ellos en las manos nos vamos para abajo a cambiar de glaciar.

            Serán poco más de una docena de metros los que hemos de perder ya que la huella arranca de la parte alta del nevero que todavía se refalda mucho en la Arista de los Portillones. Son las once de la mañana y vamos a echar un bocado al sol y a contemplar  la vía de descenso ya que la de ascenso está muy clara.

Hay que poner la marcha de resistencia opus 1.

            Un cuarto de hora después proseguimos con el foqueo ahora en dirección sudeste para atravesar la mayor parte del Glaciar de Aneto en dirección al Collado de Coronas, Aneto está en su puesto de mando.

            Sabemos que la travesía aunque aparece prácticamente llana no lo es, ya que asciende suave y persistentemente para ganar 300 me desnivel; esperamos que se nos lleve una hora o por allí, ponemos la marcha de resistencia  y nos vamos para arriba contemplando la Cresta del Medio de gratos recuerdos y echando la vista atrás de cuando en cuando para comprobar que el Portillón se va quedando atrás aunque Coronas no se acerque demasiado.

La Travesía del Glaciar de Aneto se hace larga a pesar de que la conocemos.

            Algún pequeño grupo de esquiadores, delante de nosotros, sube o baja ya mientras nosotros alcanzamos el Collado de Coronas  situado a 3200 metros de altitud. Mi chica sube cómoda a su ritmo pero yo he llegado algo zurrado. Al final tendrán razón los socios cuando decían que se podía notar el tute de ayer.

            Nos ha costado la travesía la hora calculada, son las doce y cuarto y ahora, lo sabemos, viene la parte más erguida que suponemos también más dura después de los 1300 metros que llevamos subidos.

Del Collado de Coronas para arriba la cosa mejora impensablemente.

            Una buena huella inicia, muy cerca de las paredes, el rodeo de la Norte de Punta Oliveras y hacia ella nos vamos con un par de zetas cortas. La nieve está bien, la huella está bien hecha y bueno, vamos para arriba con más comodidad que esperanza.

            Terminado el rodeo accedemos suavemente a la entrada del corredor que da acceso a la cresta en la que está Punta Oliveras y comprobamos que todavía es muy amplio, está relleno de nieve y la huella lo zetea de cine con lo que sin problemas alcanzamos las inmediaciones de Punta Oliveras donde giramos al este  y proseguimos ascenso.
Oliveras, Coronas y la Cresta del Medio

            Una pequeña diagonal con huella deshecha nos sitúa en las rampas superiores  que muy escalonadas nos acercan rápidamente al final del casquete somital del pico.

            Diez metros más abajo soltamos los esquís en unas piedras y nos vamos con los piolets en busca del paso de Mahoma. Se podía subir sin problema esos metros pero preferimos empezar a esquiar  cómodamente y más hoy con las piernas algo cansadas.

En el Paso de Mahoma no faltan presas.

            El Paso de Mahoma lo hacemos por abajo como dice mi chica en lugar de funambulear por encima de los bloques pues no confía demasiado en sus botas rígidas. Está prácticamente limpio de nieve y nos deposita en la Cima del Aneto a 3404 metros de altitud cuando es la una del mediodía. Mira por donde hemos recuperado tiempo donde menos lo esperábamos.

Foto de Cima en Aneto.

Circo de Coronas desde Aneto.

            Estamos solos pues los últimos se acaban de marchar y ya no veremos a nadie más en el resto del día: el Aneto será solo para nosotros. No solemos venir demasiado por aquí, lo hemos hecho por diversas vías y en cinco ocasiones y hoy es la sexta y primera con esquís.

Coronas, Cresta del medio y Maladeta al fondo.

            Estamos no sé si más cansados que contentos pues con los esquís nos presionamos demasiado y 1500 metros de desnivel se nos hace un pelín largos pues acostumbramos a hacer menos desnivel. Hacemos fotos, recordamos, contemplamos nuestro vivac ocupado por la nieve y poco después nos damos la vuelta.

Este caballo aguantará mas que el jinete.

            Desandamos el Paso de Mahoma y  en unas rocas limpias de nieve nos sentamos a beber un mucho y a comer un poco. Hace un día espectacular de auténtico verano y no corre la más leve brisa que por otra parte no vendría mal; pero en fin, pelillos a la mar pues, en este caso, mejor que falte que no que sobre.

            Son alrededor de las dos menos cuarto cuando levantamos la mesa y llegando a los esquís nos apañamos para el descenso. A estas alturas ya hemos decidido por donde va a trascurrir nuestro descenso.

            Hemos ocupado el lugar que habían dejado un par de francesas y el despegue es una gozada. La nieve tiene  tres dedos blandos y los giros son un auténtico placer.

Buena nieve en el Glaciar de Aneto.

            Disfrutamos el descenso de las rampas somitales y en las inmediaciones de Oliveras tomamos el corredor que con buena nieve nos permite bajar la parte más erguida del descenso. Será la mejor nieve de todas.

Enormes palas para disfrutar en el Glaciar de Aneto.

             Juan marcha delante tratando de resbalar con sus raquetas y nosotros disponemos de toda la parte superior del Glaciar de Aneto para hacer nuestros dibujos. No vamos a rellenar toda la lámina aunque nosotros solemos trabajar el tema.
Entrando al Corredor Intermedio.

            La enorme pala se puede descender por cualquier parte ya que tiene una pendiente uniforme y solamente presenta algún resalte rocoso en su parte este.

            Descendemos por aquí y por allá cada cual a gusto, solamente con el objetivo de disfrutar y alcanzar la entrada de un corredor longitudinal que tiene un cordón limpio de nieve en su límite este y que baja hacia el fondo del valle como una flecha.

Juan deslizando con sus raquetas y mi chica esquiando al lado.

            La verdad es que la pendiente del glaciar es muy moderada, no hay señales de grietas todavía y confirma las muchas afirmaciones que coincidían en las bondades de este descenso.

            Alcanzamos la cabecera del corredor y  lo descendemos sin siquiera la preocupación de controlarnos entre nosotros. De cuando en cuando nos reunimos que Juan que baja a su bola.

La esquiada es de alrededor de 1300 metros.

            Terminado el largo corredor un pequeño rellano nos conduce con un suave quiebro a otro más corto que nos permitirá comprobar que la nieve está incluso un pelín mejor que en la zona intermedia en la que se querían clavar las colas.

Juanillo en el Ultimo Corredor del Glaciar de Aneto.

            Un último corredor ya con algo de roca que aflora nos deposita en el Barranco de Barrancs desde el que contemplamos y fotografiamos todo nuestro descenso.

            Desde allí, damos de nuevo la espalda al Aneto y nos vamos suavemente barranco abajo enseguida entre bloques  de granito emergentes.

La parte alta del Barranco de Barrancs tiene bastante nieve.

            Descendemos casi por encima del barranco mientras se puede y en la parte final hemos de remontar unos metros al oeste para salirnos del cauce y alcanzar un pequeño hombro desde el que arriesgamos esquiando más entre piedras que por nieve  pero alcanzamos el Rellano de Aiguallut.

Hemos echado una hora pero llegamos a Aiguallut.

            Hemos echado una hora en el descenso y son las tres de la tarde un pelín pasadas cuando tomamos unos buenos tragos de agua de la rama del barranco que acabamos de atravesar, cargamos los esquís en la mochila y relajadamente nos vamos de camino. Ha desaparecido bastante nieve desde ayer y no merece la pena foquear con tantos cortes.

No tiene mayor importancia pero que buen regustillo nos ha dejado.

            Hacemos algunas fotos de despedida, contemplamos el descenso  con caras de satisfacción y  atravesando algunas ramas del barranco que baja muy desperdigado nos llegamos primero a la Cascada de Aiguallut y luego al Sumidero, para desandar la parte baja del Rellano de Aiguallut y remontar suavemente siempre que se puede pisando nieve o hierba que amortigüe los pasos.

El diente de perro está de flor que se sale.

            Luego solamente nos queda descender suavemente para cerrar el bucle abierto a la mañana bajo la Renclusa y a través de pradillos de diente de perro llegarnos a la furgo cuando son las cuatro y cuarto.

            Nos pegamos un remojón en el barranco para quitarnos algo incómodo de los 1500 metros de desnivel movidos y a la sombra de un pino negro también  matamos un poco la sed con unas cervezas y un picoteo al gusto.

            Luego, furgo y manta para liquidar quizás la última de las 33 salidas con esquís de la temporada que no ha estado nada mal si le sumamos otras 5 salidas con raquetas en un año en el que la nieve se resistió lo suyo a domiciliarse en la montaña.

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