15 ago 2009

32a-09. VIVAC EN LA CIMA DEL PERDIDO. 15-8-2009.


Después de la tempestad suele llegar la calma incluso en la Cima de Monteperdido. ¡Os suena?

Plana Canal, Fon Blanca, Collado de Añisclo, Terrazas de Bellevue, Balcón de Pineta, Glaciar del Perdido, Espalda de los Esparrets y  Collado del Perdido.

15-08-2009.

Salida 07 h. Llegada 18 h.

Sol.

Poco difícil.

Ascensión.

Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Mapa de Monteperdido procedente de Prames. Vía en amarillo.
            Teníamos algunos temas pendientes en Ordesa algo normal ya que es muy grande, y entre ellos vivaquear en la Cima del Perdido. No era fácil el asunto  pero casi todo suele tener su momento y su lugar, y aunque un poco tarde para nuestro gusto marcharemos el 15 de Agosto.

            Monteperdido, je, je… tiene para nosotros el grandioso honor de ser nuestro segundo tresmil justamente después del Aneto, padre del Pirineo. Hemos subido repetidamente, en compañía con nuestra hija, con otros, solos; hemos ascendido desde Góriz, desde las Terrazas bajo el Col de los Glaciares nuestra residencia de verano, desde Cuello Gordo haciendo la Integral de las Escaleras. Hay más opciones además de aquella primera inolvidable también un 15 de Agosto de 1984. ¡Vamos a celebrar el XXV aniversario a lo grande!

            Quiero algo diferente y especial, lo haremos en dos días y para ello, nada mejor que aprovechar que los tres tenemos fiesta y viajar hasta la entrada al Parque Nacional de Ordesa por Plana Canal el viernes 14. Llegamos a la barrera cuando son las nueve de la tarde y nos bajamos hasta la Cabaña de Plana Canal que está a cinco minutos de camino para limpiar un poco de agua del suelo hormigonado ya que la caseta tiene alguna gotera y cenar rápido pues anochece enseguida.

            La cabaña es amplia, capaz para 6 personas, tiene fuego bajo, algo de leña y nos proporciona un lugar muy decente para pasar la noche.

Amanece en Plana Canal.

            Esperamos que amanezca el sábado 15 ya medio despiertos. Son las seis y diez de la mañana y a media luz recogemos, desayunamos, enmochilamos y nos ponemos en camino ya de día a las siete menos cuarto.

            Estamos a 1740 metros de altitud y pista abajo en dirección  primero noroeste hasta la fuente y luego casi norte  atravesamos con las lazadas de la pista los barrancos que nacen de la cara sudoeste de Basones, poniendo en fuga a algún que otro jabalí para alcanzar las inmediaciones del Refugio de San Bizenda, que no sabemos para qué leches está allí siempre cerrado.

            Ya prácticamente de llano proseguimos hacia el norte acercándonos a los escarpes del cañón de Añisclo pues hemos de bajar al fondo.
Entrando al Barranco de Añisclo.

            Son las ocho menos cuarto cuando nos introducimos en el barranco, perfectamente señalizado. Estaremos sobre los 1700 metros de altitud y primero por un barranco que se derrumba materialmente y en el que han practicado una buena colección de escalones artificiales y luego de una travesía horizontal que nos desplaza un poco al sur tomar otro paralelo que desciende hasta las inmediaciones del Río Bellos, bajaremos alrededor de 150 metros de desnivel. Allí el camino alcanza el del fondo del valle y pasando junto a la cascada del primer barranco en dirección norte proseguimos valle arriba por la orilla izquierda del río.

Barranco de la Fon Blanca, mañana volvemos.

            Hay un buen trecho en suave ascenso y por la orilla izquierda del río nos distraemos con las maravillosas filigranas acuáticas del Bellos, los verticales paredones que rivalizan en belleza a ambos lados y la hermosura mágica de la Surgencia de la Fon Blanca y alcanzamos el ensanche del río en la desembocadura del Barranco de la Fon Blanca.

Cabaña de la Fon Blanca.

            Pasamos junto al puente que facilita el paso a la Cabaña de la Fon Blanca y proseguimos al norte a través del praderío alpino con un camino perfectamente balizado, es el GR-11 y en consistente ascenso.
            Siempre por la orilla izquierda del río vamos ascendiendo sucesivos resaltes que se acompañan con espumeantes y delicadas cascadas a la sombra de la mañana que nos procuran los oscuros y verticales paredones de la cara oeste de la impresionante mole de la Suca. Vamos en busca de nuestro segundo objetivo situado todavía allá arriba y bañado por el sol de la mañana: el Collado de Añisclo.
Cascadas del Bellos en el Valle de Añisclo.

            El valle se hace largo, pues lo es, y además hay que remontar 900 metros. Alcanzamos con ganas la zona de sol por lo que lleva consigo, estamos ya muy arriba.

            El Bellos ha desaparecido pues nace más abajo, el camino se va hacia la parte oeste del collado que es la que nos interesa y a las diez y cuarto nos asomamos al valle de Pineta. Estamos en el Collado de Añisclo a 2460 metros de altitud y nos hemos pegado la primera sudada del día con la colaboración inestimable de las mochilas que pesan lo suyo.

La Suca desde el Collado de Añisclo.

            Pero al sol, mientras almorzamos, se seca un poco la ropa humedecida por el sudor y nuestra vista reconoce y agradece, a pesar de las neblinas desde el plácido fondo de Pineta, el altiplano de La Larry, la arista divisoria del Comodoto, el Robiñera, La Munia el oscuro y asimétrico Gerbats, el Long, el Midí de Bigorre y más cerca el erizado y vertical  Forcarral, la Arista de Tuca Roya y el amplio e inundado de sol, Balcón de Pineta, que es nuestro destino próximo.

            Media hora después proseguimos hasta la zona oeste del collado y ascendemos suavemente hasta que unas citas nos indican que hay que abandonar el camino balizado que va a girar al sudoeste e introducirse en los paredones inferiores de la Punta de Las Olas.

Primer Circo de las Terrazas de Bellevue desde el Collado de Añisclo.

            Estamos sobre los 2500 metros de la altitud de nuestro altímetro y nos introducimos en la vertiente nordeste de la Punta de Las Olas. Ante nosotros surge hacia el noroeste un poco marcado caminillo que va a atravesar en suave descenso un amplio corredor, primero de calizas claras muy meteorizadas para alcanzar un pequeño rellano cubierto de grandes bloques calizos también claros y en los que desaparece el camino, para llanear posteriormente y atravesar una zona suavemente ascendente y vestida de calizas ocres que es una indecisa arista que baja del Baudrimont Sudeste o Pico Navarro. Un pequeño collado bajo la prominencia más alta de calizas ocres marca el final de la parte inicial.

Final del Primer Circo.

            Desde el pequeño collado del crestón localizamos la parte intermedia de nuestro recorrido: es una irregular ladera, bastante inclinada, medianamente descompuesta y vestida de calizas ocres en las que vamos a desarrollar un camino lleno de sube y bajas, siguiendo las vaguísimas trazas de un camino prácticamente inexistente con dispersas citas.
Parte recorrida del Segundo Circo.

Segundo Circo y Arista de Punta Celestín. Atrás Esparrets.

            Tenemos en el horizonte una marcada arista de calizas ocres, retorcidas y plegadas que parece surgir de un enorme canchal de calizas claras acampadas en la vertiginosa ladera nordeste de los Picos de Baudrimont. La arista remata en un puntón de calizas ocres, bastante evidente: es la Punta Celestín.

Paredes de la Este del Perdido y Espalda de Esparrets muy atrás.

            Alcanzamos la arista en un lugar accesible, dos pequeños dientes por encima de la Punta Celestín con lo que liquidamos la parte intermedia de la Vía de las Terrazas de Bellevue. No estamos para “excursiones opcionales” pues el Balcón de Pineta queda todavía algo al fondo y vamos al grano.
Arista de Punta Celestín y atrás Balcón de Pineta.

            Aquí se acaba el camino, las citas y de la claridad de ideas se encarga la potente y erizada arista de la espalda de los Esparrets que tenemos delante y que hay que atravesar.

            Sabemos de unos corredores, uno de los cuales hay que trepar y que no vemos. Hacia arriba la arista se pone absolutamente salvaje y plagada de placas calizas lisas por cualquier parte que nos invitan a perder altura para progresar por una amplio e inclinado corredor muy descompuesto que sumerge sus pies en los torrentes y cascadas del Cinca.

Corredor del Bloque Empotrado de la Espalda de Esparrets, salida al Balcón de Pineta.

            Iniciamos una travesía descendente para pasar por debajo de las placas y proseguir por la cabecera de una zona casi terrosa pues está absolutamente meteorizada. Algo abajo pero cuando queda todavía bastante para alcanzar el arranque de la arista en la Faja Formosa vestida de verde, progresamos irregularmente hacia la arista: hay tantos corredores en esta arista que nos dejamos guiar por el altímetro y elegimos un par de ellos,”debían de ser tres”.

            Al superior, en territorio de placas no podemos llegar. Buscamos hacia abajo en las inmediaciones de un rellanito en el que hay un vivac y no localizamos ni camino ni citas por lo que tomamos un amplio, descompuesto e inclinado corredor que nos lleva en ascenso a la pared. Es una zona muy barrida por aludes pero… Cuando el corredor se comienza a elevar entre paredes localizamos una única, solitaria y maravillosa cita: es nuestro corredor.

            Progresamos por terreno descompuesto que se va encajonando alrededor de 30 metros más y nos situamos en su parte estrecha taponada por un pequeño bloque empotrado de dudosa estabilidad. Ascendemos media docena de metros encajonados y verticales pero con excelentísimas presas y saliéndonos  por la pared izquierda del corredor sorteamos con mucho cuidado y sin tocar el bloque empotrado. Por encima del mismo una estrecha e inclinadísima rampa llena de basura, de alrededor de 15 metros nos deposita en una pequeña brecha sobre la Arista de la Espalda de los Esparrets. El corredor que dicen hay que descender en oposición se las trae.

Punta Celestín en la distancia desde la salida del corredor.

            Nos quedan pocas dudas puesto que en la brecha hay una cita y unos metros delante dos más, evidentísimas, que nos sitúan en un puente natural de roca de menor tamaño del de la Faja de las Flores. Pasamos bajo el puente y una estrecha vira horizontal nos permite acceder a las pedreras del borde del Balcón de Pineta.

Puente Natural de acceso al Balcón de Pineta.

            Liquidamos la vía de las Terrazas de Bellevue sin necesidad de ir hasta la Cruz de Marboré  pues nos vamos vía directa, al Glaciar de la Norte del Perdido. Estamos un tanto desconcertados. Las referencias que poseíamos describían la ruta en sentido inverso, lo que no es mayor problema; pero no hacían ninguna referencia ni al puente natural, paso obligado, ni al bloque empotrado del corredor. No sabemos si hemos pasado por el corredor correcto pero las citas no ofrecen duda. Además hemos empleado dos horas y cuarto escasas y con dudas de las cuatro y media anunciadas. Bueno…

En el Balcón de Pineta.

            A media ladera de calizas mezcladas y descompuestas y en dirección oeste alcanzamos en suave descenso la parte plana y elevada del rellano y entre neveros residuales pasamos bajo los seracs de la lengua terminal del Glaciar del perdido y bajo el zócalo inferior nos sentamos a comer pues es la una y media. Estamos sobre los 2650 metros de altitud.

            Media hora después proseguimos en la misma dirección y en suave ascenso la morrena lateral derecha del Balcón de Pineta para buscar un lugar por el que superar el zócalo rocoso y alcanzar el glaciar.

El Corredor de Entrada al Glaciar de Monteperdido visto de frente.

            Alcanzamos la entrada de un corredor de alrededor de 35 metros, amplio, con buenos escalones de calizas ocres secas, limpio y bastante tumbado que se sube de maravilla y nos plantamos arriba en un pispás. Hemos subido tres veces este zócalo y cada vez por lugar diferente.

            Una pequeña travesía en suave ascenso entre placas y en dirección sudeste nos condece al glaciar. Nos ponemos los crampones y sacamos los piolets aunque no la cuerda, no será necesaria.

Hay que atravesar el glaciar.

            Para alcanzar el Collado del Cilindro una travesía corta y suave por nieve con huella nos depositaría en la enorme pedriza al nordeste del mimo pero eso no es lo nuestro. Estamos a 2750 metros de altitud y tomando dirección sudeste vamos a atravesar el glaciar orientados hacia el Collado de la Espalda de Esparrets.

            Unas rampas suaves a media ladera diagonal nos permiten situarnos tranquilamente en la parte superior de la zona más agrietada. No queda casi nieve de la temporada  y el glaciar marcha a todo trapo. Pasamos por encima del grieterío y proseguimos en suave faldeo en busca de la rimalla superior ya muy abierta a estas alturas de la temporada.

            Buscamos y encontramos un puente en la parte este próxima a la Espalda de Esparrets y tras comprobar su fiabilidad lo atravesamos con cuidado pues la rimalla es de considerables dimensiones y salir del fondo requeriría algún trabajito.


            Por encima de la rimalla la pendiente se yergue y el glaciar se convierte en un amplio corredor que muere en la descompuesta pedriza bajo el collado: va a ser la propina de la jornada.

            No quedarán ni siquiera 100 metros hasta el collado cuando a mi chica se le rompe un crampón por lo que tenemos que abandonar la rampa Terminal de nieve y entrar ya a la pedrera.

            La pedrera, absolutamente descompuesta y con una pendiente de más de 45º resulta peleona: un paso para arriba y dos para abajo o tres si te descuidas. Pisas en un sitio y se corre la pedriza en tus pies y unos metros más allá. La subo con crampones y a trotecillos de picaraza hambrienta. Peor la suben mis socios, Juan por la orilla derecha del corredor se ayuda del piolet y mi chica un poco fatigada dice que no sube la jodida. ¡No es más que cojera de perro!

            En el Collado de la Espalda de Esparrets situado a 3060 metros de altitud dejamos las mochilas y nos acercamos hasta la cima de la Espalda de Esparrets situada a 3077 metros de altitud.

            Van a ser las cuatro de la tarde. Las vistas son espléndidas, el día está aguantando muy bien aunque la neblina del fondo de los valles va en ligero aumento; pero por una vez voy a poder hacer las fotografías que busco: los Picos de Baudrimont sin nieblas. La primera vez que los hicimos tuvimos un día excelente para dejar la cámara de fotos en la tienda de campaña y luego, siempre nieblas.

Con el Dedo y el Cilindro.

            Hacemos una foto de cima y otras más, la del Dedo de Monteperdido para mi amigo Balaitus y nos vamos para abajo.

            Un pequeño nevero residual bastante erguido adorna la vertiente sudeste del collado pero no hemos de pisarlo, un corredor bastante descompuesto y algo erguido nos permite descolgarnos de la arista un poco al este del nevero y alcanzar la pedriza sin tocarlo.


Baudrimont Noroeste.

            Un suave descenso en dirección sur nos lleva a atravesar un corto y suave nevero residual muy próximo al cuello existente entre el espolón este del perdido  y el Baudrimont Noroeste. En las inmediaciones cogemos agua para pasar la noche, no nos fiamos del nevero bajo el Collado de Monteperdido que no sé por qué lo llamo yo del Soum.

Después de 9 horas para hacer esta foto Alberto, tu pico.

Y este es el tuyo Navarrico.

            Habremos perdido alrededor de 100 metros cuando giramos por debajo del espolón y nos introducimos en dirección oeste en busca del collado que está defendido por el nevero residual correspondiente.

Monteperdido desde el cuello del mismo nombre.

            Primero ascendemos por la izquierda del nevero para  pasar en travesía a la parte derecha hasta unas afloraciones rocosas del Soum de Ramond y luego, con cuidado y con la ayuda de los piolets ascender la parte superior y más erguida del nevero que esta vestido de nieve medio medio y alcanzar el Collado de Monteperdido a 3241 metros de altitud cuando van a ser las cinco de la tarde.

            Fotografiamos el Ibón de Ramond y saliendo del collado por la rampa terrosa trepamos unos paso fáciles en la pared del norte del mimo y alcanzamos fácilmente la arista este de Monteperdido. Ya suavemente y contemplando con cierto temor la presencia de nieblas en la zona, ascendemos tranquilamente la suave arista y con paciencia benedictina el descompuesto casquete somital que nos deposita en la Cima de Monteperdido a 3355 metros de altitud, cuando son las cinco y media de la tarde. Culminamos una jornada bastante delicada: hemos empleado casi once horas para  subir, como mínimo, 1925 metros de desnivel y bajar solamente 300 metros obviando el tramo de vía en las Terrazas de Bellevue.
¡Joder, y esta es nuestra suite!

            Estamos solos, elegimos vivac, nos relajamos aunque no demasiado pues las nieblas rondan y las tormentas también aunque a lo lejos. La faena está hecha y solamente esperamos que la meteorología sea clemente con los montañeros. Las predicciones son así asá.

            Recuerdo que hace 25 años llegábamos aquí en medio de unas tremendas nieblas y que nos dejamos guiar en el Ibón Helado por unos montañeros que ya conocían el pico. En la cima hacía un ventarrón de los de antes y un frío que pelaba absolutamente rigoroso y penitencial. No olvidaré jamás el frío que pasé aquel rato pues llevaba por toda ropa de abrigo una capa de plástico amarilla de ciclista, Rosa llevaba un tristísimo anorak y sudados pues se nos hizo fresqui que tratamos de mitigar corriendo alborozados entre piedras, de un lado a otro de la cima, para ver algo de paisaje al capricho de las nieblas.

            Aquel bocadillo de tortilla con chorizo tenía la tortilla congelada y casi hacía mal a los dientes, pero para entonces, el venenillo de la montaña nos había mordido ya. ¡Qué maravilla!

            A las seis y media nos hacemos una pasta que tragamos a la carrera y tras recoger un poco bajo un plástico, hemos dejado los piolets y los crampones alejados del vivac, nos vamos un poco hacia el Hombro del Perdido pues la tormenta viene a todo trapo.

            Gotea suavemente primero y un poco más después. Sentados con distancia entre nosotros sobre sendas piedras y cubiertos con las capas vamos capeamos el chaparrón y una ligera granizada que vestirá de blanco al Soum de Ramond.

            En un momento determinado escuchamos un sonido un tanto extraño que proviene de la electricidad estática de la tormenta. Las capas de plástico se electrizan y suenan, a mis chicos se les ponen los pelos como escarpias y no lo dudamos, nos quitamos las capas, las dejamos en la ladera y nos vamos para abajo cada uno por su lado.

            Tenemos suerte y ni el aparato eléctrico va a más ni la lluvia tampoco. Caerá fina y suavemente a lo largo de media hora más que pasamos merodeando en el Hombro del Perdido mientras contemplamos como pasa la tormenta y se abre medianamente el cielo para permitir el tímido paso del sol.

            Volvemos a la cima a la vez que la suave brisa va secándolo todo, nos cenamos nuestra sempiterna lata de sardinas, comemos unas galletas, algo de chocolate, unos frutos secos, nos bebemos nuestro vaso de leche y llega el momento de la decisión

            Las tormentas merodean por los alrededores, tienen que irse disipando pero… Bajar al Lago helado nos cuesta media hora y allí el riesgo del aparato eléctrico de una nueva tormenta es mucho menor. Sube gente que está acampando en el lago helado, incluso una pareja de franceses  que están en Góriz, que van casi sin nada y que han de llegar al refugio bien de noche… Nosotros lo tenemos todo enmochilado.

            A las ocho y media nos la jugamos, deshacemos las mochilas, montamos el vivac y nos empiltramos cuando comienza de nuevo a llover pero no es tormenta.

            Todo a cubierto bajo un plástico, nosotros también nos salvamos de la lluvia pero nos humedecemos por la falta de transpiración del plástico que se condensa bajo el mismo.

            Alrededor de  media hora de lluvia fina pero persistente nos acompaña. Pero siempre que llueve para, y las nubes poco a poco se hacen jirones, pierden desarrollo y nos muestran a Júpiter con traje de torero como promesa incierta de una noche celestial que pasaremos en esta suite de este hotel de mil estrellas, que aparecerán paulatinamente  salpicando delicada unas, escandalosamente otras, la lechosa franja de la Vía Láctea.

Nuestra primera Cima de Montepersido, 25 años no son nada. 15-8-84.

            Un par de espectaculares Lágrimas de San Lorenzo ponen fin a las Fiestas de “Guesqueta”, algún que otro 747 que parpadea su presencia en un concurrido cielo en el que no faltan ni el inconfundible tránsito de los satélites espaciales que tan difíciles son de ver desde tierra plana con la escandalosa contaminación lumínica de nuestros pueblos, hasta una tímida luna menguante se sumará a la fiesta que el Triángulo de Verano organizará sobre nuestras cabezas. Finalmente la meteorología será clemente con los montañeros y nosotros daremos gracias a los cielos y a las montañas que tantos placeres nos propician.   

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