28 jul 1999

1.99. DE SABIÑÁNIGO AL BARRANCO DE AROUSE EN ATLAS DE M’GOUn. 28-7-1999.


Entrada al Barranco de Arouse.

Agouti, Pastizales de Ikis y Basrranco Arouse.

28-7-99.

Desnivel ascendido 600 m.
Desnivel des cendido 100 m.

Distancia recorrida 7000 m.

Tiempo efectivo 04:30 h.

Sol.

Bastante fácil.

Senderismo.

La mayor parte del texto es una descripción muy resumida del viaje de Sabiñánigo a Agouti en el Atlas de M’Goun. Es una aventurilla no pequeña sin relación directa con la montaña.

Agua en el Barranco de Arouse.

Juan Castejón, Rosa Mª. Martínez y Mariano Javierre.

Croquis del Barranco de Arouse en M'Goun. Vía en amarillo.

            En la montaña no existe la jubilación voluntaria, ni siquiera por la edad y mucho menos por los años de ejercicio. Por tanto, para mantenerse en forma, no hay nada mejor que seguir adelante, pues siempre falta aquello que no se consigue.

            No se trataba de materializar aquel viejo chiste de locos en el que se subían al peral y cuando creían estar maduros se tiraban de cabeza. Había que ir al Atlas y ya nos había tocado. Maduros ya estábamos independientemente del chiste y de locos no teníamos más que esa pizca de locura necesaria para poder decir eso de “bendita locura.”

            La travesía Chamonix-Zermat había cumplido alguna de sus principales misiones: completar un poco más la visión de conjunto que poseíamos de los Alpes, y digo completar con todo el atrevimiento del planeta y no desconocimiento o ignorancia, ya que “si los Pirineos son tan enormes” cómo no serán unos Alpes de los que inextinguiblemente bebo tanto de experiencias propias como de las prestadas, por ejemplo, por David Brett.

            En el verano del 98 cuando estábamos transitando los pelados parajes rocosos del Circo de la Pica d’Estats, creo que un sueño bastante largo en el tiempo, se convierte en intención firme. A mis socios se lo comento y me hacen el caso, creo yo, como si oyeran llover; lo malo, o lo bueno, es que yo “siempre lluevo”, lo que sea.

            Para entonces, como siempre, yo había dado y daría infinidad de pasos para acercarnos a  esa desconocida cordillera del Atlas.

            Habíamos visto alguna proyección, contacté con Mayencos, dispuse de un dosier que no me aportaba casi nada, ojeé algún artículo de esquí en marruecos, algún croquis de la zona de Toubkal … sé que hay dos zonas: Toubkal y M’Goun, con 11 cuatromiles en total, se emplean mulas para la aproximación, no hay nieve en verano, son asequibles, la frontera tiene guasa, las gentes, los críos... y no disponía de mapas a excepción del Michelín de carreteras de Marruecos.

            Con todo había pergeñado un programa de once días y medio pero yo no me encuentro como en otras ocasiones, no bebo los vientos por la actividad y no me abrasa la impaciencia por conocer y preparar como era lo habitual de anteriores ocasiones.

            El verano 2000 se preveía algo liado. Rosa ya había adelantado que quería celebrar nuestro 25 aniversario yendo a visitar a los chinitos nada menos, es decir, por todo lo alto, ancho y largo. ¿Y quién se iba a oponer a tamaño proyecto? Sería en el 99.

Mapa global.

            Echaré mano de la Embajada de Marruecos en Madrid que me envían un mapa de carreteras de escala 1/500000 que es regularcillo pero me permite fijar ruta y distancias

            Tenía bastantes datos, pero me faltaba algo muy importante: un croquis o mapa local de la Zona de M’Goun. De esa parte de la actividad no poseía otra cosa más que de Azilal se iba hasta Ait  M'hamed y que luego venían 60 kilómetros de pistas hasta Tabant y Agouti situado a 1800 metros de altitud, allí se alquilaban las mulas para el porteo de los materiales, se podía alquilar guías y pasando por los Pastizales de Ikis se llegaba al Refugio Tarkedit situado aproximadamente a 2900 metros de altitud.

            También sabía que esta era la aproximación más larga de las dos, 6 ó 7 horas; la de Toubkal era más corta, 4 ó 5 horas; en la zona había 3 cuatromiles  cuyo recorrido incluyendo ida, vuelta y arista era de 8 kilómetros.

            Hasta un capitán marroquí me terminara facilitando la misma información que ya poseía de la embajada.

            Desde luego tenía unas ideas preconcebidas bastante amplias: dos días largos de ida y otros tantos de vuelta con calor, aunque calculaba que la carretera de la costa junto al Atlántico no debería ser excesivamente calurosa; otra cosa sería en el interior, y creía que en la montaña tendríamos temperatura de montaña, estimaba unos 10 grados centígrados más que en Pirineos; esperaba disponer de agua en altitud, suponía que no encontraríamos ni nieve ni hielo, imaginaba un país seco fuera ya de la Primavera  y calculaba tener algún problemilla en la aduana creyendo que con el francés de Juan sería más que suficiente. Las actividades no me preocupaban.

            Por otra parte calculaba paliar algunas dificultades fácilmente como por ejemplo el tema alimentario llevándonos hasta el agua para beber además de potabilizador y lejía; la “visa” la admitían, el coche estaba en condiciones y podríamos conseguir el mapa que nos faltaba o en la Tienda Verde por correo, o allá en Azilal por ejemplo, ya que las ciudades grandes no pensaba detenerme.

            Haríamos primero la actividad de M’Goun, era de tres días: ida, actividad y vuelta ya que la de Toubkal era de seis días con 4 ascensiones y si nos retrasábamos en el calendario se podía suprimir alguna de las ascensiones de esta zona.

            Sería un programa a nuestro estilo, sin concesiones al relax que amuerma y con algunas variantes en relación con la comida con calor y luego en una montaña sin nieve.

            A primeros de Julio encargo los billetes del ferry, serán 28100 pesetas ida y vuelta y la travesía tardará media hora y no hora y media. Además, tras pasar unos días flojuchos y sin actividad por unas cosas y otras, en mi casi fundamentalmente por los nervios, concluimos en que lo que nos hace falta es marchar.

            Por fin llega el día 25 de Julio de 1999, Santiago, pero para nosotros tiene otro significado más que ser el día principal de las fiestas del pueblo: nos vamos porque el Sur nos espera.

            Salimos a las doce y media y el primer cabreo lo cojo en La Nave, el panadero no se ha acordado de guardarme el pan. En Huesca cojo la autovía, pongo el piloto automático a 140 y a funcionar.

            Sobre las cuatro tomamos la M-40 y cuando me entero nos hemos pasado ya el Cerro de los Angeles.

            Cerca ya de Despeñaperros paramos a echar gasolina y en el Puerto de Onitar, primero de los dos que hay seguidos entre Jaén y Granada, nos vamos de la autovía y en un olivar nos quedamos a pasar la noche acostándonos sobre las diez con la tienda como mosquitera.

            El Lunes día 26, segundo día de actividad comienza pronto. Son las cuatro y media.

            A la entrada de Granada, un cartel nos quiere meter en la A-90, dudamos pero

            Nos iremos por la  carretera que ha de pasar por el Puerto del Suspiro Moro. ¡Error!

            De Motril en adelante la carretera se convierte en un continuo tobogán al estilo de las Cuestas del Garraf. En Nerja la carretera se allana por fin y cogemos un ritmo más uniforme al menos. Poco más adelante aparece de nuevo la autovía.

            En Fuengirola decidimos parar en uno de los chiringuitos que anuncian venta de billetes de ferry junto a la carretera y al desviarme reviento una rueda que nos reparan en veinte minutos.

            Vamos bien de tiempo, la mañana está fresquita y son las diez cuando una vía muy bien indicada nos mete en el Puerto  de Algeciras en el que el muelle del ferry es enorme, al igual que el aparcamiento.

Ferry para Ceuta. 26-7-99.

            Paramos, preguntamos, nos guían continuamente funcionarios, el aparcamiento está vacío. Cambiamos los bonos y nos vamos a la fila a esperar, el próximo ferry sale a las doce, es bastante grande, cuenta con una sola planta de pasajeros, todos sentados y no se puede salir a la cubierta.

            El estrecho está nublado, los cristales están muy sucios y la fotografía del Peñón de Gibraltar saldrá desastrosa, a cambio vemos a unos bonitos que pasan hacia el Atlántico. Serán treinta y cinco minutos.

            El atraque es rapidísimo y el desembarco más. Cruzamos un poco de Ceuta y nos plantamos en la aduana cuando es la una menos diez, vamos bastante bien de programa.

            En el puesto fronterizo nos vuelven a decir que hay que rellenar los papeles, que la policía no está para eso, faltaría más. Por tanto, acepta papeles, ponte a rellenar, deja el coche aparcado y con los pasaportes y la carta verde nos vamos a la cola. Juan y Rosa han ido a cambiar dinero. Han entrado en una oficina y han cambiado 40000 pesetas a razón de 15’5 pesetas por dirham.

            La frontera es un caos, los funcionarios encargados de los visados no la clavan, deben estar de luto  por la muerte de Hassan II, su rey, que por cierto entierran hoy.

            Sencillamente es que no hacen nada, pues copiar unos datos en el ordenador, mirar el pasaporte y colocar 3 sellos no dan para tanto: trabajan un minuto con pena y descansan diez.

            Luego hay que ir a otra ventanilla. Allí hay una funcionaria tan guapa como maleducada que se encarga de mirar los papeles del coche. Lleva mayor ritmo de trabajo que los de antes pero es una borde de categoría. No quiere entender que la carta verde se renueva con el pago anual del recibo del seguro del coche. Solamente quiere ver que la fecha de la carta verde es del 95 y no quiere saber nada más. Alguno de los arrimistas  que los hay a barullo, nos dice “ella no tener ningún problema, si querer pasar, sacar seguro, 5 ó 10 días.”

            Se quedarán con 8000 pesetas que nos cuesta la carta verde para diez días.

            Otra vez a la cola a la espera de que nos revisen el coche. Pero no será así, alguien se ha debido de dar cuenta de que llevamos demasiado tiempo en la aduana, que ya nos han limpiado la pasta y nos hace pasar para adelante, nos pone una pegatina para que no tengamos problemas en Marruecos y nos indica que ya podemos pasar. Y no es policía. ¡Joderse!

            Son las tres menos cuarto y sin comentarios. El aterrizaje en Marruecos ha sido nefasto.

Mapa de Carreteras de Marruecos procedente de la Embajada Marroquí en España.

            Salimos de la ciudad en dirección a Tánger y encontramos un puesto de  control de policía casi de inmediato. La carretera sube, baja,  dobla y redobla continuamente en medio de un paisaje montañoso desoladoramente escarpado que nos acerca a la costa.

            El día está medio nublado, el lugar está un poco venteado y paramos a comer

            A las cuatro y media continuamos para poco después  llegar a Tánger,  pasar Mediouna y continuar bajando junto a la costa.

            En Asilah nos para la policía. No entiendo nada, pero al final no nos queda otro remedio que entender: nos multan por haber pasado a 76 kilómetros por hora en una zona limitada a 40 por tres carteles según dice el recaudador. Serán 400 dirhans.

            Es un día completo a pesar de lo poco que llevamos en Marruecos. No hemos visto más que policía recaudadora y compinches. La verdad es que mi estado de ánimo es sencillamente deplorable. Luego los socios me irán diciendo: “che, a 40.”

            Son las siete menos cuarto cuando ya hemos abandonado la orilla de la playa y transitamos una carretera bastante mejor y con obras de autopista a su alrededor, gentes que venden melones e higos chumbos al lado de la carretera, y no mucho calor, el día no está muy mal en este aspecto.

            Encontramos la autopista a la salida de Larache, ciudad que atravesamos un poco y que nos causa una buena impresión pues se le notan influencias europeas.

            La autopista no es de gran categoría pero supone un cambio radical en la marcha. El firme no está fetén pero a 140 y solos se va bien.

            La autopista va muy próxima a la costa durante muchos kilómetros, una costa baja, arenosa y desierta. A ambos lados de la autopista y también de la última parte de la carretera han plantado una franja de árboles a cada lado a modo de protección verde de 20 ó 30 metros de ancho. Son fundamentalmente eucaliptos y debe ser de lo mejor que se dé por aquí. Que no les pase nada con el agua que chupan y lo que desertizan.

            Pasamos Kenitra, dejamos de ver la costa y pronto llegamos a Rabat la capital del país. La circunvalamos por fuera y ni nos enteramos. Acaso notamos la presencia de un poco más de circulación pero nada más.

            Hemos pagado primero 30 dírhams, luego 10 y por último 18, entramos en un área de servicio, son las nueve y media y estamos próximos a Bouznica, a 37 kilómetros de Casablanca en donde sabemos termina la autopista. Tiene gasolina sin plomo, es amplia, está sombreada, tiene aseos, restaurante, teléfonos públicos, zona de descanso con mesas y bancos y está bastante limpia, cuidada y vigilada como comprobaremos después. Es la última de la autopista en este sentido creo que es de lo mejor que podemos encontrar.

Huertas en Beni-Mellal 28-7-99.

            Aparcamos  frente al restaurante y  después de cenar recogemos y nos vamos a telefonear, aquí podemos hacerlo sin problema  y mañana ya se vería. Luego buscamos una mesa un poco retirada y con los sacos sobre el cemento de la solera nos acostamos.

            Inmediatamente viene el vigilante del área que se ha dado cuenta de nuestra maniobra y nos dice que nos coloquemos más cerca de la luz, que es más seguro. Lleva una estaca en la mano y nos dice que él vigila. Son las 11 de la noche.

            Llevamos día y medio de viaje y me parece que llevamos una semana de marcha. ¡Hay que vivir deprisa, deprisa!

            El martes 27  es el tercer día y llega a las seis y media de la mañana. Está amaneciendo.

            Una hora después continuamos y enseguida llegamos a Casablanca.

            A la entrada se me pasa un cartel que es la variante de la ciudad y la autovía al Aeropuerto Mohammed V pero yo no me he dado cuenta.

            La autovía cruza toda la ciudad y se introduce en los suburbios del sur convirtiéndose en una mala carretera atestada de gentes y de tráfico. Preguntamos y nos indican pero estamos metidos en carreteruchas y pistas locales por las que alcanzar Berrechid se llevará una hora larga. Nos orientamos hacia Mediouna pero terminamos pasando por Bscoura y dar una buena vuelta para atrás para poder entrar, de malas maneras, en la autovía del aeropuerto  avanzando ya hacia Berrechid, luego Ben Ahmed y Khouribga. Nos a cercamos a las montañas y en los alrededores de Beni-Mellal hay agricultura de regadío.

            A la salida en Afourer la carretera se empina brutalmente, subiendo un puerto salvaje. Hace un pequeño descanso en  el Embalse de Bin el Ouidane que recoge las aguas de la vertiente oeste del Atlas Medio. Está custodiado por el ejército y se prohiben las fotografías. Atraviesa la presa y de nuevo se empina hasta alcanzar el puerto ya tras unos tramos finales más suaves. A continuación viene un largo descenso que nos hace perder, al menos, la mitad de lo que hemos subido. Se hacen largos los 86 kilómetros que nos llevan hasta Azilal cuando es  recién pasada la una.

            No hay gasolina sin plomo en el pueblo y que quedará más remedio que volver de nuevo a Beni-Mellal previa parada para comer junto a la carretera.

            El ritmo de vuelta es un poco más lento. Me cuesta cuatro minutos más ya que son las cinco y veinticuatro cuando entramos de nuevo en Azilal.

            Llegados al alto del pueblo nos vamos a nuestra izquierda, hacia  Ait M'hammed. La carretera es peor, más estrecha, con menores arcenes y también con menos circulación, que ya es decir. Se trata de una carretera que atraviesa un paraje de aspecto abandonado. Son 24 kilómetros como comprobaremos a la vuelta que pasan por lo alto de un puerto acotado a 1810 metros de altitud

            Luego llegamos a un cruce que es un laberinto con dos posibilidades. He podido disponer de tres mapas diferentes y un croquis. En uno de los mapas, de Azilal para adelante ya no hay nada, en otro aparece Ait M'hammed y la parte de carretera que por Tabant llega a Agouti, y el tercer y mejor de ellos tiene además de esta rama de carretera o pista el bucle cerrado a partir de Ait M'hammed pero Tabant no existe. ¿Quién da más?

            Nos vamos a nuestra derecha pues en una tapia hay una palabra con una flecha pintada en negro: Agouti.

En Agouti.

            La carreterucha es mala, el ritmo es evidentemente lento y estamos esperando la llegada de los anunciados 60 kilómetros de pista con algo de preocupación y con cierta ansiedad pues según nuestros cálculos ya deberíamos estar circulando por pista.

            Subido el puerto pues lo bajamos, todo lo que se sube se baja, y bajando encontramos con gentes desperdigadas, próximos a la carretera, sobre todo críos. Están en los alrededores, será en un radio de unos 5 kilómetros, de una única fuente situada en el fondo de un barranco próximo a la carretera, en la que comentamos de parar a la vuelta para lavarnos.

            Seguimos bajando y la carretera se abre en dos, y aunque solamente sea por lógica nos vamos a la izquierda siguiendo por carretera asfaltada y ya temiéndonos agradablemente que han debido de asfaltar la pista.

            Más adelante alcanzamos a una ranchera que se orilla para dejarnos pasar y le preguntamos por Agouti.

            Se lía o nos quiere liar pero enseguida entramos en el pueblo, son las siete y media.

            En mitad del pueblo encontramos un cartel  “Guita d’etape” pero nos lleva hasta el final del pueblo junto a una  casa con corral descubierto en el que hay un coche blanco aparcado.

            La casa parece ser que es utilizada a modo de hotelucho. Un  “ragazzo” con aire europeo que habla francés  nos dice, cuando se entera que queremos ir a M’Goun, que se hace un tour de 5 días, que nos guardan el coche, que cenaremos y dormiremos en su casa ya que a esta hora no se puede marchar, que nos pueden guiar y portear la carga.

           Nosotros no queremos casi nada de todo eso y nuestros intereses no coinciden para nada con los suyos.

            Nos han dicho al principio que si 5 ó 6 horas de marcha hasta el refugio, luego más. No les cabe en la cabeza que queremos partir y tras darse cuenta de que no van a hacer mucho negocio con nosotros el tema se llega a poner violento, finalmente quiere cobrar 50 dirhans al día por dejar el coche allí en el corral,  al polvo, al sol y a lo que venga; que si lo dejamos fuera... sí lo dejamos fuera este cabrón nos lo puede joder.

Saliendo de Agouti.

            Estamos ligeramente cabreados pero decididos a echarnos al monte y dejar atrás el empantullo aparcamos, montamos las cumplidas mochilas, cerramos el coche y a las ocho y media nos echamos al monte, ante el asombro, creo yo, de los desocupados moritos.

            Nos han dicho que el pueblo está a 1800 metros de altitud lo que nos sirve para graduar el altímetro. A la primera encontramos el puente vado del barranco, lo atravesamos y tomamos la pista que atravesando la huerta por un lado se orienta hacia el sur, para atravesar la polvorienta meseta buscando la entrada del Valle de Arouse.

            La pista termina en el barranco o así parece y nosotros tomamos barranco arriba pues la pista o camino se va a dar una pequeña vuelta  por un caserío que aparece a la izquierda del barranco.

            Atravesamos la huerta con gente por todas partes. Vemos la conducción que parece de agua potable en tubo de PVC. Negro y la acequia de riego de la huerta que se abre en dos.

            Entramos en calor por un camino que va ascendiendo suavemente por la orilla derecha del barranco, para cruzar poco más arriba a su izquierda. Cae la noche mientras el personal va volviendo para casa con sus animales de tiro cargados de hierba. Bajan de puerto y poco a poco el número se hace considerable. Imaginamos que bajan de los Pastizales de Ikis, son hombres, mujeres y sobre todo niños.

            Nosotros nos hemos metido ya en la morrena que viste el lado izquierdo del valle, hemos pasado bajo unos paredones próximos, lugar en el que el camino se ha estrechado un poco, y caída ya la noche, el camino se ha llenado de piedras grandes y redondeadas, a la vez que serpentea entre bojes de mediana talla.

Pastizales de Ikis.

           Alcanzamos las primeras cabañas que se nos presentan oscuramente solitarias, y los primeros prados. En uno de ellos, recién cortado, nos quedamos. Son las diez y media y estamos a 2175 metros de altitud, hemos subido solamente 375 metros.

            Escuchamos el rumor del agua que baja junto al prado, poco después sale la luna y se hace una luminosidad extraordinaria. Cenamos, montamos la tienda y a las once y media nos empiltramos, buena forma de liquidar un día que ha resultado denso y de nuevo nos ha proporcionado la impresión de haber sido  inmenso: un día de los que solamente entran seis en docena.

            Un perro nos despierta antes de que pase por el camino una caballería con algún madrugador que llega a puerto y posteriormente, nos levantamos amaneciendo a las siete y diez, cinco y diez en Marruecos, al día 28 de Julio, cuando ya es de día.

Salinas en la Garganta del Arouse.

            Alrededor de las ocho, cargados con todo, tomamos uno de los múltiples caminillos que abundan por todas partes y ascendiendo poco a poco, atraviesa los escalonados y minúsculos campos y prados del puerto, unos recién segados y otros por segar. Hasta las márgenes son segadas  como podemos comprobar.

            Una mujer comienza temprano las faenas del día y con prisas ya pues va al trote. Dos marroquíes van delante de nosotros hacia unas cabañas de la parte alta del puerto junto a las que hay un par de modernos sombrajos. Uno de ellos es blanco  y cobija bajo su techo  una mesa con bancos adosados de pino natural barnizado. Sobre la mesa no faltan las consabidas cajas de coca cola y fanta.

            A pesar de que nos han dicho abajo que hay agua a lo largo de todo el camino, aquí en el lugar en el que están colocados los sombrajos, no la hay pues el barranco queda lejos. De esta forma, mejor se cobra un botellín de bebida que un trago de agua del barranco. Todo debe de estar estudiado

            Dejamos el chiringuito y por  un trillado camino entre los últimos prados nos bajamos al amplio lecho de gravas del barranco.

            Las pisadas de caballería van desapareciendo pero la ruta es tan lógica que disimula la evidencia de la falta de huellas de los animales de tiro. Creemos que el cañón en el que estamos entrando y que tiene huellas de paso nos ha de permitir atravesar la barrera montañosa que se extiende delante de nosotros de este a oeste y nos facilite de forma fácil el acceso al plató en el que se asienta el Refugio Tarkedit en la base de M’Goum.

En la Garganta del Arouse.

            El cañón se estrecha muy llano todavía y avanzamos a un lado y otro del barranco. A pesar de ello, las paredes se elevan bastante verticales y la sensación de  angostura se aproxima a la realidad, pasada la confluencia de dos surgencias importantes en una pequeña ampliación ocasional del congosto.

            Pasamos fácilmente y sin dificultad alguna el primer resalte continuando ya entre las grandes piedras del barranco gastadas por el curso del agua.

            Poco más adelante y más arriba, pues el barranco asciende algo, alcanzamos el segundo paso que es un estrangulamiento producido por un enorme bloque empotrado, que supone un resalte en la vía de unos 12 metros de altura.

            Hay que irse a la derecha del barranco y asegurar el paso en dos alas de mosca  que encontramos.

            Si el primer paso eran dos piedras lisas que formaban un diedro resbaladizo y corto que se superaba con energía y que suponíamos prácticamente imposible para las caballerías; éste ya no ofrece dudas: no es el camino de las caballerías, la gente pasa, pues encontramos huellas y restos de pan en la base del segundo paso pero las caballerías no.

            Por tanto, sorpresa y una consecuencia evidente aunque no cierta: pues si pasan también por aquí, ¿por qué no hemos de pasar nosotros? Luego ya encontraremos la ubicación del refugio siguiendo el curso del agua.

            El paso tiene dos partes. La primera es una trepada de 5 ó 6 metros  de buena roca pero con presas pequeñas sobre roca gastada que no resulta complicado. La segunda se inicia con una pequeña travesía hacia nuestra derecha que nos saca al lomo de la roca, en la que hay que pasar con mucho cuidado y haciendo un alarde de adherencia; para encontrar las dos alas de mosca y utilizándolas como presa izarse sobre ellas y alcanzar una fuerte raíz de boj en el final del paso.

Genistas en M'Goun.

            Juan se sube con cuidado y aprovechándose de su envergadura alcanza con facilidad relativa la raíz. Desde allí nos asegura con la cuerda el ascenso de Rosa y el mío a continuación. La parienta tendrá algún problemilla en el largo y aéreo paso pues tendrá otros 5 ó 6 metros   y sus cortas patillas no le dan para más.

            Yo paso justo aprovechando a tope las dos alas de mosca. El paso tiene un patio regular.

            Continuamos para arriba con cierta preocupación. El lecho transitable se estrecha y las paredes han perdido potencia aunque no verticalidad, se nos ha llevado bastante tiempo el paso aunque  esperamos que ya no quede gran cosa para que se abra el barranco por lo que se puede adivinar desde aquí.

            Poco más arriba  Juan, que se ha adelantado un poco mientras recojo la cuerda, vuelve sobre sus pasos: no podemos continuar pues hay un paso difícil que a lo mejor se podría superar con un paso de hombros pero...

            Son las once y media y estamos a 2400 metros de altitud. ¡Pretendíamos subir el Barranco de Arouse! Luego sabríamos que ese barranco se desciende.

Puedes ver la Continuación.

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